miércoles, 11 de marzo de 2009

Una noche de perros: Hugh Laurie.


Pues si... si alguien no conoce a Hugh Laurie... es House, el Dr. Gregory House.
Y este libro... pues este libro es como si House escribiese un libro policiaco...

Vamos a ello.
Laurie crea a Thomas Lang, un ex-policía, ex-militar en el Ulster (recordar que Laurie es Hijo de la Gran Bretaña), venido a muy menos, y amante de las motos... (¿Nos recuerda a alguien ese personaje?, por lo de venido a muy menos, y amante de las motos). Thomas Lang es imaginativo, ácido, gracioso, incorruptible a su manera y decadente de una manera... ¿graciosa? (si se pueden juntar los dos calificativos).

Mezcla ese personaje con una intrincada trama de espías, donde nada ni nadie son lo que parecen, y le ha quedado una especie de parodia de novelas de espionaje, que engancha por momentos, siempre correcta, pero muy "peliculable" para mi gusto... aunque eso también es un mérito, por otro lado, ya que estas leyendo y te imaginas la escena cinematográfica.

No perderse cuando en un capitulo hace una comparación entre un Panda y un Volvo.
Escribo textualmente:

"Los mecanismos sexuales de los dos géneros sencillamente no son compatibles, y ésa es la horrible verdad del tema. Uno es un cochecito, ideal para las compras, trayectos rápidos por la ciudad, y muy fácil de aparcar; el otro es un cochazo, diseñado para largas distancias, mucho más grande, más complejo, y más difícil de mantener. No te compres un Fiat Panda para cargar antigüedades desde Bristol a Norwich, y no te compras un Volvo por la razón que sea. No es que uno sea mejor que el otro; es que son diferentes, eso es todo.
Ésta es la verdad que no nos atrevemos a admitir en estos días -porque la igualdad es nuestra religión y los herejes no son mejor vistos ahora que antes-, pero lo admitiré, porque siempre he considerado que la humildad ante los hechos es lo único que mantiene cuerdo al hombre racional. Sé humilde ante los hechos, y orgulloso ante las opiniones, como George Bernad Shaw dijo una vez.
La verdad es que no lo dijo, Sólo quería darle un poco de respaldo autorizado a esta observación de mi propia cosecha, porque sé que no os gustará.
Si un hombre se abandona al momento sexual, entonces, bueno, eso es lo que hay. Un momento, un espasmo, un acontecimiento que no se prologan en el tiempo. Si, por otro lado, se contiene por medio de recordar todos los nombres que pueda de la carta de colores Titanlux, o el que sea su método preferido para retrasarlo, entonces se lo acusa de ser frío y preocuparse solo de la técnica. En cualquier caso, si eres un tío heterosexual, salir de un encuentro sexual moderno con honor, es algo terriblemente difícil de lograr.
Sí, por supuesto, el honor no es el objetivo del ejercicio, pero eso es fácil de decir cuando tiene alguno. Me refiero al honor. Y los hombres no tienen ninguno en estos tiempos. En el ruedo del sexo, los hombres son juzgados por las reglas femeninas. Ya puedes ponerte como quieras, pero es la verdad. (Sí, obviamente, los hombres juzgan a las mujeres en otras esferas -las paternalizan, las tiranizan, las excluyen, las oprimen, las hacen absolutamente desgraciadas-, pero en cuestiones de folleteo, el listón lo ponen las mujeres. Es el Fiat Panda el que está obligado a ser como un Volvo, y no a la inversa). No oyes a los hombres criticar a las mujeres porque tarden quince minutos en llegar al orgasmo; y si lo haces, no es ninguna acusación implícita de debilidad, arrogancia o egoísmo. Los hombres, generalmente, agachan la cabeza y dicen: "Sí, es así como es su cuerpo, es lo que ella necesita de mi, y yo no se lo puedo dar. Soy una mierda y me piraré ahora mismo, en cuando consiga encontrar el otro calcetín".
Lo que, para ser sincero, es injusto y casi borda lo ridículo. De la misma manera que sería ridículo decir que un Fiat Panda es un coche de mierda solo porque no puedes cargar un armario detrás. Puede que sea una mierda por otras muchas razones -se avería cada dos por tres, consume aceite, o es de un color verde lima con la palabra "turbo" patéticamente escrita en el parabrisas trasero-, pero no es una mierda porque tiene aquello para lo que fue específicamente diseñado: La pequeñez. Tampoco el Volvo es un coche de mierda, sólo porque no pueda colarse por la barrera de un parking y te permita largarte sin pagar."
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Sorprende además el conocimiento de Laurie sobre la temática militar y policiaca, así como sobre armamento militar y balística.

En definitiva, un libro palomitero (como muchas películas) para pasar el rato, aunque en definitiva se trate de un rato agradable, que engancha por momentos, y que te lleva a tener ganas de ver como acaba....
Si veo otro libro de Laurie lo compraré, aunque sea para ver más comparaciones automovilistas.